Existe un día en el que nos despertamos de nuevo y sin
embargo no reaccionamos mal, me voy a explicar. A diario despertamos
sobresaltados y casi en la gran mayoría de casos, sin ganas de hacerlo, más
cansados de lo normal y encima todo ellos acompañado de un ruido infernal, el
dichoso despertador. Pero no nos queda otra, es nuestra rutina, tenemos unas
obligaciones que cumplir y debemos hacerlo para al menos no llegar tarde y ser puntuales.
Sin embargo, una vez al año ese infernal sonido se transforma en una dulce
melodía y nos hace despertar con una sonrisa que no nos cabe ni en la cara. Ya
sean los gritos de emoción de nuestros hijos, hermanos, sobrinos o incluso de
los no tan niños, pero son gritos de emoción y ante eso no podemos hacer nada.
Aunque claro, también tendremos que dar cuenta que a muchos no hará ni falta
nada de esto ya que lo más probable es que no hayamos pegado ojo en toda la
noche.
Es una noche mágica, nadie puede decir lo contrario, una noche
en la que los nervios están más presentes de lo normal, en la que el beso de
buenas noches es más especial que nunca. Una sensación imposible de explicar
nos invade al cerrar los ojos, sobre todo la primera vez que lo intentamos,
aunque es casi imposible que a la primera caigamos rendidos ya que las preguntas
empiezan surgir a nuestro alrededor de repente. ¿Habremos sido lo
suficientemente buenos para recibir lo que hemos pedido? ¿Habrán recibido
correctamente la carta los Reyes Magos o se habrá perdido en medio del camino?
Nos levantaremos más nerviosos aun con el paso de los minutos
y sin apenas hacer ruido, revisaremos, antes que nada, los tres vasos de leche
con galletas que aún siguen intactos. Pobrecillos, con tanto viaje por delante
y en tan poco tiempo, es normal que tengan que alimentarse de esta manera, aunque
solo de pensarlo me entra empacho. Intentando otra vez ser lo más silenciosos
posible, pero también de la manera más rápida, volvemos a meternos entre
nuestras sabanas con la duda esta vez, de si nos habrán visto despiertos y como
consecuencia de ello, pasarán de largo. No…esperemos que no.
Con el paso de los años, me he ido dando cuenta poco a poco
de todo esto y a día de hoy puedo decir que tengo la respuesta, a esta y a
otras muchas preguntas relacionadas con el tema.
Los días previos al seis de enero de cada año me vuelvo a
encontrar en la misma situación una y otra vez, porque, aunque me planteara
todas estas cosas no era del todo consciente de que las respuestas estaban más
cerca de lo que yo pensaba, estaban en mí.
Balones de futbol, bicicletas, videoconsolas y así podría tirarme
un buen rato nombrando miles de cosas materiales, que al final en el mejor de
los casos terminamos recibiendo de una manera o de otra, pero ¿Todo eso nos ha
hecho o nos hace felices? O en realidad ¿Lo usamos a modo de parche como
felicidad instantánea y así poder ocultar por momentos nuestras tristezas? Yo creo
sinceramente que lo último, pero os voy a contar un secreto, encontré la solución.
He aprendido a valorar todo un poco más, hasta el punto de darme
cuenta de que lo que tengo, es mucho más, de lo que pueda a llegar a tener jamás.
Esta bien que podemos ser un poco ambiciosos y querer aspirar a más, pero como
bien dicen, la avaricia rompe el saco y más vale poco y verdadero que demasiado
y que sea traicionero. Cuidaré ante y
ante todos a los míos ya que para mí siempre será lo primero. No existirá
el día en el que no me asegure que sonríen, porque ellos me hacen mejor estando
a mi lado, con ellos descubrí el significado de la palabra felicidad. Porque
ellos me aceptan tal y como soy y si, no han podido evitar dejarme caer, pero a
la hora de volver a levantarme me han ofrecido su mano para que a la siguiente vez
pudiésemos volar juntos, más alto incluso.
Mi regalo, mi deseado y mejor regalo es este y quería compartirlo
con todos vosotros. El único punto negativo que le he podido encontrar a todo
esto es que hasta ahora no he logrado averiguar cómo se pueden envolver
este tipo de regalos, aunque siempre he querido pensar que el papel de regalo
en verdad somos nosotros mismos, el verdadero regalo es sentirse afortunado por
formar parte de la vida de personas que hacen de tu vida algo mágico, bonito y
de tu rutina un mundo mejor y que merece la pena.
No se vosotros, pero yo lo tengo bastante claro, me quedo
con ellos, ahora y siempre.
Muy interesante genial tus propósitos megusta/
ResponderEliminarAlgunas personas sueñan,otras quieren que eso pase
Otras hacen que suceda