Cuando dejas de sentir frio

Ir en picado hacia abajo y no saber cómo frenar y vivir en un constante invierno.

Avanzar en modo automático después de tanto golpe y que te vuelva a cicatrizar la misma cicatriz.

Arrastras los pies por inercia dejándote llevar, pero encontrar la palabras exactas y la luz en los ojos del amor. 

Un golpe de suerte o un capricho del destino.

Darse cuenta de que hay cosas que enamoran. 

Un mensaje inesperado el día menos pensado y las palabras necesarias que tu corazón necesitaba escuchar.

Demostrar tener magia sin apenas haber intercambiado un par de palabras.

Como el rayo de sol que ilumina una habitación oscura. 

Que me vayas a preguntar algo y que sientas que conozcas mi respuesta de antemano.
Tener la sensación de que me leas la mente cuando no estoy en guardia.

Descubrir la imposibilidad de elegir una canción favorita para todas las estaciones, pero que suene el canto del loco y que sea tu imagen la que aparezca de repente. 

La necesidad de volar y dar un portazo de vez en cuando. 

Las carcajadas que acaban en lágrimas y las lágrimas que terminan en carcajadas. 

La sonrisa de entretiempo y las conversaciones sin sentido.

Pensar que estoy loco y que a ti te parezca lo mas normal del mundo.

El paso de los años, a pesar de los daños, pero también de los sueños (cumplidos).

Vivir en una eterna Navidad que convierta los días más fríos del verano en la magia de un nuevo atardecer. 

Vivir con las ganas de no dejar que el tiempo te robe los sueños y reciclarlos cada vez por otros nuevos.

Celebrar un San Valentín un 20 de Junio porque sí.

Ojear el pasado para no olvidar lo que un día fuimos y lo que queríamos ser. 

Ser lo que siempre quisimos ser, sabiendo que seguiremos siendo sin nada ni nadie que nos haga cambiar.
Saber que todo el esfuerzo a merecido la pena y seguir luchando por lo que seremos.

Hacer de cada tropiezo y de cada desilusión una lección y descubrir que tenemos la llave de cada puerta de nuestro futuro. 

Que los trenes vienen y van pero siempre eres tú quien decide en que estación cogerlos.

Abrir las alas y descubrir nuevos horizontes.

Saber que merece la pena y apostarlo todo a uno.

Sentir la conciencia tranquila por actuar siempre de corazón.

Porque sabemos quiénes somos, quiénes queremos ser y el camino que hay que recorrer para alcanzarnos a nosotros mismos.

Mi vida, mis decisiones.

Tu oportunidad, mi futuro.

Tu camino, mi destino.