Cuantas piedras hay en el camino, miles y miles nos encontramos al
ir creciendo y cada vez ellas crecen con nosotros.
Pero y ¿Qué decir de las desilusiones?
Días en los que piensas rendirte, todo te desborda y no encuentras
ni un minuto libre para emplearlo simplemente en ti, en desconectar.
Bienvenidos al mundo de las caídas, al mundo dónde hay que caer
para aprender a levantarse. Bienvenidos al mundo de las derrotas y de las
lágrimas, pero después de todo esto, bienvenidos al mundo de la lucha, la
sonrisa y la felicidad.
Ya he caído muchas veces en esta vida, he caído más de una vez
diciendo de esta no me levanto. He estado días y días pensando en ello,
pensando que llega un punto en el que el cuerpo no puede más y hay que
abandonar. He caído a nivel de querer desaparecer y muy lejos, pero todos y
cada uno de nosotros, en nuestro pequeño mundo tenemos a alguien que nos ayuda
a levantarnos en la eterna caída.
Me resulta muy curioso cuando dicen: “Que grande eres” y es que no,
no somos grandes. Grandes son quienes están a nuestro lado en las buenas, pero
en las malas más. Es quien consigue nuestra sonrisa, aunque él/ella esté peor. Es
quién mueve el mundo por un segundo contigo. El que hace que la distancia sea
una simple palabra.
Así que, no, yo no soy grande, grandes son las personas que se
preocupan por mí y no me dejan caer, grandes son las personas que quiero, y tú
no ibas a ser menos, aunque la palabra “grande” se te quede pequeña.
No podré evitar volver a caer, porque la perfección no existe,
porque de perfecto no tengo nada y nunca lo tendré, porque no llego ni a la
mitad del significado de esa palabra, pero tampoco lo necesito ni lo quiero.
Volveré a caer, porque mi camino está lleno de piedras, y volveré a levantar la
cabeza, aunque cueste, aunque me tire días encerrado de nuevo en mi habitación
y no quiera salir, aunque me tire horas secando lágrimas, porque la vida es así. Porque estas cosas tan
solo lo consiguen las personas auténticas, los amigos de verdad, que te
demuestran ser como hermanos, de los que ya no quedan. Personas en las que
confiar tus secretos más íntimos y tus rayadas, con quién pasar los momentos
más irreales y de risas que jamás pensabas que vivirías.
Caer, levantarse y volver a caer. Porque en cada caída aprendes el
remedio a evitarla, aunque a veces, tan solo a veces, sin darte cuenta vuelves
a caer con la misma, y en esa caída compruebas que realmente sí que se aprende
de cada una, y que si volvemos a caer es porque se esconde algo dentro de
nosotros que dice que lo intentemos una vez más.
El dolor tan solo es algo pasajero.
Si una puerta se cierra es porque otra se acaba de abrir.
Porque lo mejor, aún está por llegar.
Todo va a salir bien.
No se necesita suerte, solo se necesita recordar lo que valemos y
creer en que todo lo que nos propongamos lo conseguiremos.
Qué así lo quiere Dios y así sera amen y amen bendiciones
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